Bodegón reminiscente

Cardumen Pictórico

Designios inescrutables.
Se me caen al suelo los anteojos,
que hacen un ruido terrible al chocar con las baldosas.
Me agacho afligidísimo porque los cristales de anteojos cuestan muy caros,
pero descubro con asombro que los critales no se han roto.
Me siento profundamente agradecido y comprendo que lo ocurrido vale por una advertencia amistosa, de modo que me encamino a una casa de óptica y adquiero enseguida un estuche de cuero almohadillado doble protección,
a fin de curarme en salud.
Una hora mas tarde se me cae el estuche, y al agacharme sin mayor inquietud,
descubro que los anteojos se han hecho polvo.
Me lleva un rato comprender que los designios de la Providencia son inescrutables y que en realidad el milagro ha currido ahora.